27.8.13

"Hay que dictar... porque hay que dictar": voltear la ley de la gravedad del aula


Ferreiro, E.. (1997) La práctica del dictado en el primer año escolar. En Emilia Ferreiro: Alfabetización, teoría y práctica. Siglo XXI, México.




Emilia Ferreiro

El dictado nos conduce hacia las leyes que gobiernan la (j)aula, una práctica que se justifica por sí misma. En la anatomía meticulosa de nuestra Emilia, se destripa todo el tinglado de simulaciones de enseñar y de aprender que parecen gobernar de manera invisible lo que ahí ocurre. L@s niñ@s, l@s estudiantes, que intentan pensar por sí mismos pese a los errores y mecanizaciones absurdas del dictado, son castigados con bajas calificaciones.

En la universidad se apela a una supuesta "libertad de conciencia" del adulto, y se cree estar muy lejos de tales rituales. Pero no es así. En nuestro primer día de clases (y esto lo he hecho con estudiantes de diferentes semestres), ponemos la "trampa del dictado" para comenzar la reflexión sobre las leyes invisibles, la ley de gravedad de la (j)aula. Siguiendo una dinámica similar a la de Santos Guerra, entro al salón de clases, saludo, escribo mis datos en el pizarrón y pregunto "¿tienen con que anotar?", saco mi tableta y empiezo a dictar un texto relacionado al curso. Recuerdo, actuando, las inflexiones de voz de l@s profes que me dictaron en la escuela (casi que vuelven a vivir en mí!). 

Después de un párrafo me detengo y pregunto "¿Por qué escribieron lo que leí?". Hay un desconcierto. Luego comienzan a responder con lo más evidente y revelador: "Porque usted lo pidió". 





Después de escuchar las distintas respuestas, y anotar las ideas claves en el pizarrón, solicito me digan quién las ha anotado en su cuaderno. Así como todos siguieron el dictado, ninguno apunta para sí las ideas de sus compañeros. Y esto se repite con una regularidad bárbara. 

Abrimos entonces el diálogo a nuestra experiencia en la escuela, y a pensar en colectivo cómo queremos que sea nuestro aprendizaje, cómo queremos que sea este ambiente grupal, la comunicación, la responsabilidad y la autonomía.

Dirán que tal vez soy un poco "mala sangre", pero veo dictados en todos los quehaceres universitarios. Veo dictados en: los planes de estudio, las programaciones cortas, las antologías de textos (y sus fotocopias), la cátedra (¿libre?), los trabajos escritos, los exámenes, las investigaciones de tesis...

Viene entonces el problema de la "innovación". Para dejar de tener universidades que dictan se tienen que remover algunas cosas:
  • la atribución de autoridad epistémica al docente (y al programa de estudio);
  • las automáticas ordenaciones del tiempo y el espacio (por ejemplo, la estructura física-mental del aula);
  • el orden de la homogeneidad de las evaluaciones, calificaciones, propósitos, perfiles, etcétera;
  • los portaobjetos del saber, esas ventanitas que recortan el conocimiento en asignaturas, ciclos, disciplinas, etcétera;
  • las dinámicas socio-emocionales vinculadas a todo lo anterior;
  • y un par de cosas más.


Así que como dice mi colega tuitera @ainhoaeus, se ve muy difícil transformar las aulas desde las iniciativas aisladas y personales. 

Dejo aquí la reflexión abierta, y espero sus comentarios. 

Salud y saludos desde la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, plantel Casa Libertad

¡Autonomía Educación y Libertad!





23.8.13

Disrupción en la universidad. Reflexión in/docente para el taller de TIC y enseñanza



Nunca he tenido un entrenamiento formal en el uso de las herramientas digitales. Cuando las computadoras eran artefactos más parecidos a las máquinas de escribir recuerdo la forma en que aprendí a usar el Office, especialmente las hojas de cálculo. En la entrevista de trabajo me preguntaron si sabía utilizarlas y dije automáticamente que si. Después de una semana de enfrentarme al software fui haciendo mis propias maneras de resolver las tareas. Y creo que me sentí empoderado de tal manera que seguí con la misma actitud en adelante. Por eso hoy me resulta extraño que se refieran a mí como "experto" en TIC. 

He pensado sobre mí motivación personal para el taller que estamos realizando estos días sobre TIC y enseñanza universitaria, y creo que es parecida a la que he tenido en otras ocasiones y momentos, incluyendo por supuesto la que tengo con los estudiantes en cada semestre: aprendamos a hacer cosas juntos con estos cacharros que nos ayuden con los proyectos colectivos que valen la pena.
En otros espacios universitarios la colaboración entre colegas parecía una meta inalcanzable, especialmente por la perversión de los sistemas de puntos y méritos para profesores donde la esencia de la colegialidad (tener platicas informales de café de imaginar experimentar libremente jugar probar equivocarse con otros) no figura en la ventana institucional.


Sin embargo, como hemos vivido en la UACM, la colegialidad se ha vuelto el diablo desde que la hicieron obligatoria. También algunas investigaciones muestran que la obligación de colaborar genera actitudes negativas hacia el diálogo y la diversidad, de menos. He sido afortunado de encontrar en aún en esos espacios de colegialidad bajo presión colegas admirables que creen en la colaboración por sí misma y no como requisito laboral. Esto tiene algunas ventajas: multidisciplina, continuidad de los proyectos, motivación intrínseca, y mucho aprendizaje.

En este taller quisimos compartir la plataforma de colaboración que hemos estado trabajando, mostrar su pista de despegue y aterrizaje. Ayer en la sesión de Google Drive y Docs los y las participantes de pronto estaban ya subidos en ella, justo cuando se dio rienda suelta a la informalidad de preguntar, compartir, ayudar, chatear, a manera de una disrupción.
 
Disrupción es la colaboracion de un grupo de docente que no lo hacían antes, aún habitando la misma universidad y el mismo piso de cubículos. Disrupción es que provengamos de diferentes formaciones, diferentes disciplinas, científicas, sociales y humanísticas. Disrupción (casi herejía) es que en este grupo haya también participantes estudiantes, de los que aceptamos nos pueden guiar, con quienes vamos a compartir nuestro diseñó de proyecto TIC.

Anoche en un intercambio en Twitter relacionado con el proyecto de open book Bazar de locos 2, con el magnánimo loquillo @eraser, hablábamos de la red como una nueva mutualidad, y apareció aquel poeta ruso:

Kropotkin, La ayuda mutua

Acá claro son notas para la reflexión. Agradeciendo la participación de todo@s que ha vuelto el ambiente muy agradable, muy emocionado de los nuevos proyectos de uso de TIC a los que podremos ayudar con nuestras pocas competencias y muchos desaprendizajes.

El proyecto es co-producido por:





 http://expresauacm.org/

y




 
 Programa del Taller
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