24.11.13

Mujeres zapatistas, ciudadanía y procesos educativos: acerca del libro de Pilar Padierna Jiménez #XIICNIE #EZLN30años


No teníamos palabra. 
No teníamos rostro. 
No teníamos nombre. 
No teníamos mañana. 
No existíamos. 
Mayor Ana María




En el recién celebrado XII Congreso Nacional de Investigación Educativa, que organiza el Consejo Mexicano de Investigación Educativa, tuve el honor de hacer un comentario en la presentación del libro de María del Pilar Padierna Jiménez: Educarse Ciudadanas en los Movimientos Sociales: las Mujeres Zapatistas

No voy a poner aquí todo el texto de mí comentario, tan solo unos extractos y claves que espero inviten a la lectura del espléndido libro de Pilar.









Todo el libro de Pilar es una estrategia de detenimiento, de caracol. Un freno para la velocidad que todo lo envuelve. Y, en ese sentido, un regalo pedagógico, pues el detenimiento es la actitud desde la cual podemos acompañarnos, mirarnos y escucharnos. El detenimiento es hoy el carácter del tiempo en que podemos abrir(nos) los foros, usando la categoría de Pilar, en el que lo educativo es posible.
Me refiero a la autora por su nombre, Pilar, porque más que mi colega en la UACM la considero una compañera de viaje y una amiga. Aunque he de decir que Pilar, la autora, me ha mostrado a muchas otras Pilares que desconocía.
En su discurso me identifico, pues me hace resonancia el núcleo de su problema que es mirar lo educativo en lo no escolarizado. Mirar lo educativo como parte del entramado social. Me hace resonancia tambié la búsqueda de Pilar por expresar la constitución del sujeto, por mirar en sus deseos y afirmaciones el acto formador, y elaborar para ello un camino -un método- para escuchar su voz.
Al mismo tiempo, me siento ajeno a unos referentes teóricos y epistémicos que, como decía un amigo, me hacen respingar la nariz; lo cual, complementaba aquel compañero, es el ingrediente indispensable del diálogo con un autor. He de decir que, aunque he trabajado en escenarios no escolares, me he concentrado en el campo de pruebas de la formación universitaria. Intervengo e investigo en microprocesos anidados en la institución escolar. El tamaño, espacial y temporal, del movimiento social, y del sujeto “mujeres zapatista” confronta -interpela, dice Pilar- mis referentes corporales inmediatos.




Dos cuestiones críticas guían todo el libro: ¿De qué manera reconstruimos un proceso educativo? Y ¿Cómo imaginamos al sujeto de ese proceso? Dos cuestiones que, como en la pregunta del niño en el relato de El traje del emperador, voltean de cabeza el orden del saber de lo educativo, dudando de que lo que se ve y cree reconocer como educativo lo sea, dudando de que el discurso que nombra al sujeto sea adecuado a sus cualidades, a su, para usar las palabras de Pilar: estar siendo en el mundo. Este viraje es necesario para recolocar el saber y la mirada que Pilar (se) exige requieren los sujetos de quienes habla, las mujeres zapatistas, y sus procesos educativos.



La presentación del libro abre con la siguiente afirmación: "Las mujeres indígenas en general, y las zapatista en particular, han emergido como sujetos sociales visibles en nuestro país". ¿Qué es un sujeto social (in)visible?, ¿Qué tipo de proceso es la emergencia de visibilización? ¿Quién es invisible? ¿Ante quién? ¿Qué cosa es el campo visual donde se es (in)visible? La in/visualidad es aquí un campo visual político. Pero esta política comienza desde la propia visión. Lo que se ve está posibilitado por una negligencia continúa, una zona enorme de ceguera -el escotoma-que es rellenada por patrones de lo conocido. El campo visual es una paradoja en sí misma: para ver el sujeto debe ser ciego a lo que no ve. La representación visual no es posible sin lo invisible. Cada vez que vemos no vemos. ¿Cómo se comunica la visión con su invisibilidad, es posible esa comunicación?
En la política el campo visual es la "esfera pública". Representar ahí es al mismo tiempo invisibilizar. En el foro griego no hablan los bar-bar-bar, los bárbaros, los sin lenguaje (No teníamos palabra). Parece imposible que la esfera pública pueda incluir lo diferente sin subsumirlo. ¿Qué ocurre con lo diferente si se visibiliza? En sentido contrario, ¿Pasa algo con el campo visual –la esfera pública- si lo antes negado tiene ahora existencia, o no, todo lo que ahí se representa es estructurado/ formalizado/ normalizado?






La relación que creemos naturalizada entre visión y objeto se rompe cuando entendemos que la creación de la imagen no se agota en la vista (la lectura no se agota en el texto). Podemos considerar a la mirada justamente como la actividad que crea imágenes. La mirada trabaja con elementos diversos en esa creación. Como muestran los ciegos, la mirada es posible aún sin la vista. Esa sensibilidad es la que se necesita para poder representar a los sujetos que, condicionados en las lógicas de la exclusión, nombran su invisibilidad: no teníamos rostro, no existíamos.
Se trata de una meticulosa labor de creación y construcción de la imagen que abra el horizonte de lo inteligible. En esa labor, pilar nos entrega una mirada en la que las mujeres zapatistas pueden hablar y caminar a sus anchas. Son 164 las páginas en la que Pilar nos prepara con esa mirada, antes de que Esther, Ramona, Elisa, Ana María y todas sus compañeras comiencen a hablar.
Bajo esta mirada el sujeto que emerge resulta a todas luces extraño para los modelos pedagógicos o psicopedagógicos convencionales. Se trata de sujetos que, insertos en la trama social e histórica, son activos en “la transformación de las maneras en que se posicionan en el mundo, constituyéndose como actores ya sea para adaptarse a las condiciones que se les presentan o para intervenir en ellas para modificarlas, aceptarlas o rechazarlas, poniendo en juego una amplia gama de actuaciones sociales que llevan al cambio constante de la gramática social”. Aprender es constitutivo del sujeto, de su estar siendo completo en sus distintas esferas de acción social. El sujeto y su aprender no son así reducidos a una intencionalidad educativa formal, recorte que opera, desde mi punto de vista, no solo en el discurso institucional de la escolarización, sino también en la reducción que mucha de la investigación educativa hace de diferentes maneras, aportando una representación de fragmentos de sujeto (cognitivos, curriculares, etcétera).  
Para la reconstrucción de los procesos educativos Pilar elabora unas “categorías intermedias”, que surgen del proceso interactivo “de ida y vuelta” entre las preguntas de investigación, las herramientas teóricas y el referente empírico, y que “intentan dar cuenta de procesos que no estaban considerados en el diseño inicial”. Categorías emergentes, que, desde mi perspectiva, son el núcleo de la mirada desde la que se reconstruyen los procesos formativos de las mujeres zapatistas; y un aporte sobresaliente para la investigación educativa en general.
Las categorías de Nodos de interpelación, Voz-demanda y Foros pueden entenderse como un equipamiento de interpretación para mirar-representar la dinámica en que una subjetividad social se constituye, en cuanto identidad que emerge como “nuevo sujeto”, y en cuanto realización efectiva en el mundo social. 
La noción de interpelación permite a la mirada dar sentido a la enunciación de la voz de los sujetos que actúan en un complejo escenario político. En un primer momento, como voz que resuena con la enunciación de otros, identificándose con el tono y el contenido que nombra la injusticia, la exclusión y los anhelos. Esta voz-demanda forma un ensamble de voces, o polifonía como lo llamaría Bajtín. 
En un segundo momento –que no sigue una lógica de secuencia, pero si de posibilidad-, el ensamble articulado por la resonancia entre demandas, se articula con otros sujetos, y construye, en la interpelación con nodos de sentido, acciones de intervención de los espacios públicos ya instituidos e incluso pugna por la creación de nuevos espacios, donde sus demandas puedan ser escuchada, “desarrollar su actuar público y extender su participación”. Estos espacios son los que Pilar denomina Foros.


De esa manera el sujeto que se representa desde esta mirada anuda el aprendizaje con el ejercicio de la ciudadanía, lo educativo y lo político. La reflexión que a continuación hace Pilar es una estimulación directa a repensar nuestras concepciones de lo deseable en los procesos formativos dentro y fuera de la escuela:
“consideramos que la construcción de foros donde los sujetos puedan llevar a cabo procesos de aprendizaje de variados aspectos relacionados a la participación pública [acción ciudadana] que les interesa realizar es fundamental, en el caso de las mujeres zapatistas [piense en los sujetos, escolarizados o no, con los que trabaja-investiga]
¿Cómo podemos exigirles que ejerzan sus derechos o se enfrenten a las gramáticas comunitarias si nunca han ocupado un foro donde puedan conocer y recuperar experiencias de otras mujeres, estar al tanto del marco mismo de sus derechos, entre otros temas? Solo con esa participación… pueden los sujetos detonar los procesos educativos que les llevarán al interés por participar y ocupar otros foros… es decir, se presenta la posibilidad del ejercicio de la ciudadanía, ya no solo como membresía de pertenencia a la nación, sino como posibilidad de participación con voz propia en lo público”.




A modo de cierre de este post, Pilar nos recuerda, actualiza y vigoriza el sentido de que los procesos educativos:
  • ocurren en los más variados espacios sociales, incluyendo a los movimientos sociales.
  • se encuentran en cualquier espacio en donde los agentes encuentren insumos para transformar sus formas de estar siendo en el mundo
  • pueden desarrollarse aun cuando la intencionalidad no esté presente o a contramarea de las intencionalidades que en un principio se diseñaron

“Los roles tradicionales educador y educando, o quién posee y quién no el conocimiento, se desdibujan, dando paso al reconocimiento de múltiples saberes que se encuentran disponibles en los social y que se interrelacionan de maneras diferenciadas en los contextos en los que el sujeto se encuentra inserto”.

PD1: "Mi voz demanda", en la palabra de la Comandanta Esther frente al congreso de la unión ("comandanta", así dicen las mujeres zapatistas, feminizando el cargo)






PD2: #NoQuieroSer1Ciudadano, está claro (espero) que Cabral y Cortez se refieren al ser humano.


¿Qué es un hombre sin un sueño? Nada. 
Un hombre sin un sueño a lo sumo es un ciudadano. 
Y es grande la diferencia entre un hombre y un ciudadano. 
Ciudadano es el que depende de esa abstracción que llamamos estado. 
El estado es la teta donde maman los ciudadanos, pero el cáncer del hombre. 
El hombre depende de dios, es decir de la mismísima vida.  
Ciudadano es el que está esperando que alguien haga por él, lo que él no haría ni por él ni por nadie.  
Hombre es el que sabe que para vivir mejor, hay que ser mejor. 
Ciudadano es el que busca la verdad y el culpable fuera de él.  
Hombre es el que sabe que la verdad y el culpable se le buscan dentro de uno.  
Además en una sociedad competitíva y comparativa como la nuestra, si existe una escala de valores que evidentemente existe, un hombre es un ser invalorable, sin embargo un ciudadano tiene un precio específico, un ciudadano vale exactamente un voto. 
Hay ciudadanos que por escapar del aburrimiento de su familia llegan a la presidencia del país.  
No sé si me explico.




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